Villa que fue denominada El Berrial cuando estuvo en poder de los Templarios; pertenece al partido de Fuente de Cantos, teniendo unos 6.000 habitantes, a 11 kilómetros de su partido y a 71 de la capital, con estación férrea en la línea de Zafra, siendo sus principales producciones cereales, legumbres y ganadería.
El mismo día 18 de julio, en la noche comenzó la dominación del Comité rojo; al día siguiente y domingo fueron prohibidas la celebración de las misas, dando principio a mediados del mismo la recogida de todas las armas y la incautación y saqueo de las principales casas. Es el día 23 cuando empiezan las detenciones de personas derechistas hasta el número de 38, número que fue aumentado sucesivamente, simulando en su maldad que sacaban a los presos y los sustituían en las celdas por otros, para hacerles creer que los antiguos compañeros de prisión habían pasado a mejor vida.
Entre los detenidos encontrábanse los siguientes: don Paulino Rodríguez Sayago, cura regente; don Juan Silva Torres, coadjutor de la parroquia; don Apolinar Barroso Fernández don Antonio Fernández Aguilar, farmacéutico; don Luis Hidalgo Medina, los propietarios Joaquín Fernández Hidalgo y Andrés Navarro Hidalgo y el obrero Antonio Durán Liáñez; pues en este pueblo entre los presos los hubo de todas las clases sociales, desde el humilde jornalero hasta el más acomodado.
La prisión que habilitaron a este efecto fue el convenio de religiosas Concepcionistas de Clausura, lugar sagrado que hicieron objeto de toda clase de profanaciones. A pesar de que las celdas de las religiosas son de insuficiente capacidad para dos personas, eran ocupadas a veces por ocho o diez presos, los que tenían que soportar desde la mañana hasta el día siguiente el que no les abrieran las puertas ni les permitieran salir a hacer sus necesidades.
A los dos sacerdotes ya mencionados les hicieron objeto de vejaciones, haciéndoles salir por agua, siendo la burla de los que lo presenciaban; no faltando en el señor Silva Torres el sufrir que lo sacaran una noche y le condujeran al huerto del convento, donde a su espalda hiciéronle varios disparos simulando un fusilamiento. Al obrero Antonio Durán Liáñez le hicieron objeto de los más crueles tratos.
Víctima fue uno de los guardias civiles de este puesto llamado Fernando Rastrollo González, que quedó en Fregenal al marcharse los demás guardias a Badajoz, de donde fue traído la noche del 12 de septiembre por el Comité de este pueblo, y asimismo horriblemente martirizado y mutilado, lo que hicieron a orillas del río Ardila, término de Fregenal de la Sierra, quedando en tal estado que fue difícilmente identificado su cadáver.
Saqueos
Los saqueos que fueron llevados a efecto en esta villa son el del convento e iglesia de religiosas Franciscanas Concepcionistas, arrojando a la calle a todas las religiosas y destrozando todo lo que allí había. Entre las religiosas, todas de las mayores bondades, encontrábase la madre abadesa (tía carnal de Ruiz de Alda), santa religiosa que dominaba en los corazones de todos los valencianos.
La iglesia del convento fue respetada, aunque no del todo, pues robaron un magnífico aderezo de la Inmaculada titular del convento.
El cuartel de la Guardia, civil fue totalmente saqueado, como también muchas casas de las principales del pueblo y cortijos de los que se llevaban vacas y demás ganado para sostener el Economato, el que mantenía a los fugitivos que se concentraron en la localidad procedentes de Riotinto, Cumbres, Fuente de Cantos y Burguillos.
La Clarita Campoamor II
Fueron los encargados de hacer cumplir y cumplir a su vez las salvajadas y atropellos cometidos, entre otros Reyes Gala Fernández (a) el “Niño Gala” que actuaba de juez del Tribunal encargado del castigo de los presos; Rafael González, factor de los ferrocarriles Zafra-Huelva; José Criado Amaya “Caguetilla”, Isidro Follarat (a) “Gaona”, Lorenzo Guarnido (a) “El Jorobado”, José Zama (a) “El de la ruleta” y también como muy principal una miliciana conocida por Clarita Campoamor, cuyo proceder e instinto en todos los pueblos que intervino le han hecho célebre en toda la provincia, sujetos todos que dejaron en paz y tranquilo al pueblo desde el día 16, fecha imborrable, en que llegaron las fuerzas gloriosas y salvadoras, compuestas por la columna mandada por el capitán Navarrete y una centuria de Badajoz al mando del Teniente Roberto.
Tomado de: González Ortín, Rodrigo, Extremadura bajo la influencia soviética, Tip.Gráfica Corporativa, Badajoz, 1937, pp.121-124