jueves, 28 de enero de 2010

EXTREMADURA BAJO LA INFLUENCIA SOVIÉTICA (XIV): VILLAFRANCA DE LOS BARROS

XIX.- Los sucesos de Villafranca de los Barros

Ciudad con unos 15.000 habitantes, a 12 kiló­metros de Almendralejo, adonde pertenece judi­cialmente, y a 60 de la capital, con estación férrea en la línea de Mérida a Sevilla y carre­teras a Almendralejo, Zafra, Campillo de Llerena y Fuente del Maestre. Produce cereales, acei­te, vinos, legumbres, hortalizas y ganadería.

Para los eruditos, es Villafranca la antigua Pereyana, no faltando argumento para apoyar esta creencia en los objetos encontrados que forman el tesoro de su Museo Arqueológico. Es, sin disputa, la tierra más feraz de los Ba­rros y el orgullo de los ganaderos, por la selección de sus ganados.

Al producirse el dominio de los rojos en esta ciudad se experimentó un caso extraordinario por lo distinto, al llevar a cabo las detenciones, pues siguieron una norma distinta a la que era general en los demás pueblos. En éste no recayeron precisamente en elementos destacados por ser de orden, derechistas, falangistas o capitalistas; está demostrado de una manera evidente que existió para éstos un propio personalismo, producido sin duda por la enemistad y la venganza o la rencilla particular.

Figuraban entre los detenidos y perseguidos los siguientes señores: José Espinosa, Moro, Vicente Rodríguez Martínez, Catalino Soler Pintor, Félix Fernández Vega, Francisco Márquez Rubio “el Burguillano”, don José Bermejo Durán y su hermano don Manuel, médicos y don Joaquín Viñeta Pons, juez municipal.

Estos tres últimos, como dejara orientado, y como parte demostrativa de la veracidad, fueron detenidos, no precisamente por su significación de derechas, ni mucho menos por provocación fascista con anterioridad al triste y glorioso 18, sino sin duda alguna por interés o venganza que contra ellos pudiera haber abrigado algún individuo del Sindicato que, asalariado por ellos, recibiera alguna amonestación, con falta de diplomacia o serenidad, quizás por esta propia indignación, o por el comportamiento malo de los obreros, envenenados por los malditos Sindicatos.

Hasta ochenta llegó el número de detenidos, los que sufrieron prisión durante veinte días y en el sitio destinado a cárcel, que fue la iglesia; el trato no fue de los peores, si bien los propósitos fueron más que criminales. En la madrugada del 7 de agosto llevaron a cabo su intento; rociaron de gasolina la sacristía y prendieron fuego con intención de quemarlos vivos, al mismo tiempo que desde un edificio de enfrente les hacían descargas de fusilería; pero las llamas respetaron a los presos; mientras esto sucedía pasaba por la carretera la avanzadilla del comandante Castejón, que hizo unas descargas para llamar el enemigo a la pelea, pareciéndole a los marxistas más oportuno huir a los pueblos inmediatos, quedando éste limpio de dirigentes y milicianos, de tal forma, que un cabo con su escuadra pudo tomar el pueblo. Las fuerzas, como no le contestaran al fuego, y seguramente no figurara en el objetivo militar del día, siguió para Almendralejo, retrocediendo a esta ciudad el 9 de agosto, siendo este el día de verdadera redención, pues aunque durante los dos días anteriores el enemigo era en escasísimo número, no cesaban de decir que se pusieran banderas rojas y se quitaran las blancas.

* * *
El día 10 de agosto sufrió la ciudad el contraataque de una columna formada por unos 800 milicianos; pero Villafranca que contaba para defenderse con 35 legionarios y los falangistas, cada uno en su puesto, se defendió con la valentía propia en ellos, y habiendo juntado a esto el ejemplo valeroso del jefe provincial, camarada Carrasco, 10 o 12 solamente, que formaban el puesto por donde pretendieron entrar, los mantuvieron a raya, hasta que, avisadas las fuerzas de Almendralejo y llegadas a ésta des­plegadas en guerrilla, pusieron en vergonzosa huida a la columna roja, habiendo tenido que lamentar la muerte heroica de dos falangistas y un legionario

Saqueos y destrozos

Relativamente en esta ciudad hubo pocos y de escasa importancia, habiendo llevado a efec­to algunos en los cortijos y varios edificios de la población, y en cuanto a la destrucción de edificios y efectos religiosos, sólo ha sido des­truido lo que alcanzara el fuego producido al intentar quemar los presos.

Principales salvajes

Ángel Medel Carreras, Jesús Yuste Marzo, Manuel Borrego Pérez y Evaristo Santiago, puede decirse fueron los responsables y autores de todos los desafueros cometidos durante la trágica dominación. Y de camino a ver qué sucedió en Almendralejo.

Tomado de: González Ortín, Rodrigo, Extremadura bajo la influencia soviética, Tip.Gráfica Corporativa, Badajoz, 1937, pp.170-174